Durante la década de 1980, los bonos basura ganaron popularidad como una forma de financiamiento para empresas con calificaciones crediticias bajas. Sin embargo, este auge también estuvo marcado por un aumento en las quiebras corporativas y una mayor volatilidad en los mercados financieros.
En 1989, la crisis de ahorro y préstamo en Estados Unidos afectó a muchas instituciones financieras que habían invertido en estos instrumentos de alto riesgo. Esto llevó a una mayor regulación y a una reevaluación de los riesgos asociados con los bonos basura.