1991, Colombia. Los medios de comunicación de televisión, prensa y radio denuncian: los pueblos indígenas Guambianos, que viven en el departamento del Cauca al sur del país, son cultivadores de Amapola. El negocio de la amapola está en pleno auge: esta flor es cultivada para la producción de heroína Colombiana, que desde entonces inunda los mercados internacionales, desplazando a los asiáticos que monopolizaban este mercado. Las comunidades indígenas lideradas por sus cabildos o autoridades tradicionales, realizan acuerdos con el gobierno para acabar con estos cultivos ilícitos a cambio de vías de comunicación, reforma agraria, programas de desarrollo, etc. Como el gobierno incumple estos acuerdos, los indígenas se ven obligados a seguir sembrado amapola, dadas las condiciones de pobreza y marginalidad en las que viven. Esto traerá graves consecuencias para sus comunidades: Alcoholismo, violencia, pérdida de valores tradicionales... Los narcotraficantes entran en los territorios indígenas trayendo las semillas de amapola y creando bandas armadas que luego se enfrentan a los cabildos, que tienen por sola defensa y símbolo de autoridad sus bastones de mando. Los indígenas y campesinos piden que la problemática de los cultivos ilícitos sea tratada como un problema social y no sólo con violencia y represión del Estado.
Premios:
• 1999 "Premio de la Defensa de los Pueblos Indígenas", VI Festival Americano de Cine y vídeo de los Pueblos Indígenas, Quezaltenango (Guatemala).